Crónicas de Amaris I Prólogo

 Introducción


Amaris es un continente compuesto por una gran masa de tierra y algunas islas. La gran cantidad de recursos y el buen clima abundan en todo el territorio, por lo que está densamente poblado y sus habitantes gozan de buena salud. La historia de sus países y ciudades es larga y extensa y buena parte de sus habitantes viven en una buena situación. Pero mucho antes de que se alcanzase este clima de paz generalizado, las guerras llevaron al continente al límite del exterminio. Para evitar que esta situación se repitiese, los 5 Grandes Imperios de Amaris alcanzaron un acuerdo; sólo pelearían una vez cada 100 años y durante un periodo de 3 años. Las batallas se librarían en ejércitos o de manera individual y el ganador podría arrebatar al vencedor territorios, personas e incluso su propio cuerpo.


Con el paso del tiempo este acontecimiento pasó a conocerse como 'Las 'Batallas de la Centena' y lo que en un principio comenzaron como grandes guerras por territorios acabaron por convertirse en batallas con un carácter más personal e íntimo. Los 5 Grandes Imperios habían alcanzado la estabilidad y el deseo de nuevos territorios disminuyó, así que en las victorias pasó a pedirse lo siguiente estipulado: el cuerpo de los derrotados. Ahora, Las Batallas de la Centena comienzan de nuevo, y para todos aquellos que luchan en Amaris significan una oportunidad o una calamidad: follar o ser follado, ese es el destino que espera a todos los habitantes de Amaris durante este periodo.



Lyria, Duquesa de Mirith. 


Lyria Mirith se encontraba vigilando los movimientos del enemigo. Desde muy pequeña, sus padres habían puesto especial hincapié en que su hija recibiese una exquisita formación militar, física y mágica. Ahora, se encontraba al mando del destacamento de soldados de Mirith, inspeccionando la frontera de Mithra con Alear. El Ducado de Goth era el territorio de Alear que limitada con Mirith, y a la semana de empezar Las Batallas de la Centena habían detectado movimientos sospechosos por parte de sus vecinos. Lyria había estudiado a fondo todos los territorios que rodeaban a Mirith, tanto Goth, su vecino de Alear, como los otros que rodeaban su Ducado y eran parte de Mithra. En estos tiempos, no podías fiarte de nadie. No sería la primera vez que algún territorio se llevaba un susto invadido por sus vecinos que eran considerados aliados. El hijo mayor de los Goth, Leo, había ido a la Gran Universidad Mágica de Alear por lo que había estado ausente gran parte de su infancia y adolescencia así que no sabía demasiado de sus capacidades y por eso no iba a bajar la guardia.


En general, estas batallas no involucraban la muerte de nadie, aunque no dejaban de ser pequeñas escaramuzas con magia y eso siempre tenía sus peligros. En la actualidad, lo que generalmente solía pasarte era que si perdías tenías que tener sexo con quién te vencía. Dicho sea, esto no era obligatorio. El vencedor de una batalla en esta época podía simplemente rechazar su derecho de solicitar el cuerpo del vencido. Muchos despreciaban estas leyes arcaicas que venían de tiempo atrás, pero sin estas épocas para desfogarse entre Imperios, era posible que las grandes guerras volviesen, y eso podía también asustaba a la gente. El resultado era que había muchas personas descontentas con esto y otras muchas encantadas. Para Lyria, esta época era una auténtica molestia y no se alegraba de haberla vivido.


No hacía mucho que había cumplido 23 años. Era joven e inexperta en el sexo aún. A pesar de su belleza, no se sentía interesada por el otro sexo y se sentía mas atraída por las chicas, pero en Mithra, y más aún en Mirith, esto era algo aún bastante tabú, por lo que había llegado a sus 23 años sin haberse acostado con nadie, aunque más de una vez lo había deseado. 


Lyria tenía el pelo del color de la arena. Sus ojos eran de un color pardo con motas verdes bastante atrayente. Tenía buena figura, atlética por su entrenamiento, aunque sin derivar en una guerrera. No en vano su principal aptitud era la magia de agua. De hecho, lejos de llevar una armadura, Lyria tenía una túnica con sigilos mágicos que le permitía manipular mejor el agua a su alrededor. Los hechiceros no abundaban en Mithra, así que en cierta forma ella era especial y eso le gustaba.


Ante la falta de movimiento del enemigo, Lyria descendió de la Atalaya de Vigilancia dejando a los soldados algunas instrucciones preventivas. Estaba anocheciendo y quería tomarse un baño. Al bajar, vio a Rolden, su segundo al mando. Era el hijo del capitán de armas de su padre y le había enseñado a manejar la espada.


-Hola Rolden. Parece que hoy tampoco tendremos movimientos por parte de los Goth. Voy a darme una ducha y luego volveré a mi tienda a terminar unas lecturas. He dejado a los soldados instrucciones de qué hacer si el enemigo nos asalta, pero en medio de esta oscuridad dudo que pudiesen hacer mucho. No me fío de Leo Goth, así que doblaremos la guardia hoy.


Rolden era mas alto que ella, de complexión atlética y algo musculoso. Tenía el pelo castaño y los ojos verde musgo. Ante las instrucciones de su superior, alzó el puño en señal de respeto e inclinó levenemente su espalda.


-Duquesa Mirith, no se preocupe. Me encargaré de que todos los soldados hagan su guardia y ninguno holgazanee. Estar siempre alerta impedirá cualquier tipo de asalto o, al menos, nos ayudará a repelerlo con eficacia.


Las palabras de Rolden agradaron a Lyria, que se despidió de él con una sonrisa y se marchó a su tienda de baño. Esta estaba algo alejada de la tienda de mando, ya que para ahorrar agua la habían puesto cerca del río. El precio era un suministro continuo de agua limpia que calentaban con facilidad gracias a ascuas mágicas de fuego. Lyria Mirith tenía reservada esta hora para bañarse ella y nadie podía usar la tienda durante este tiempo ya que el resto del día era mixta. Ella prefería guardar algo de intimidad. 


Llegó a la tienda y se dirigió al vestuario. Como imaginaba no había nadie allí. Se despojó de su túnica. Debajo tenía una pequeña camisola que también retiró y luego se quitó el sujetador y las bragas.


Lyria se miró a un espejo que había allí mismo y pensó para sus adentros.


-¿Siempre he tenido tan poco pecho? Será que ahora que estoy con el resto de tropas veo a otras mujeres en el servicio. Uhmm, en cualquier caso, estoy contenta con mi figura.


La chica salió al pequeño estanque vallado dónde estaba el agua caliente. Allí se tumbó en silencio y se relajó por unos segundos. Como maga de agua, siempre se había sentido muy cómoda dentro de ella. Disfrutaba mucho de dejarse llevar cuando estaba en algún río o incluso en la ducha. Su magia era uno de sus mayores orgullos.


-Otro día tranquilo en el frente-. Pensó. Esperaba que hubiese muchos así.



Sorpresa Noctuna.


Lyria se despertó alarmada por los gritos de los soldados del campamento.


-¡Nos atacan! banderas Goth aparecen desde el bosque. ¡Coged las armas!


La chica fue presa del pánico durante unos segundos. Había doblado guardias e incluso colocado algunos hechizos de alerta en el bosque. ¿Cómo había podido ocurrir esto? 


Por suerte, su entrenamiento se adueñó de ella y pudo superar el momento de terror. Corrió al armario y cambió su pijama por su túnica apresuradamente. No tenía ningún báculo y se lamentó porque sus padres hubiesen escatimado en gastos pero no era el momento de lamentarse.


La duquesa salió al campamento para ver como todo era un caos. Los soldados Goth habían superado la empalizada en varios puntos y la batalla se sucedía en algunos frentes. Tal y como le habían enseñado, la violencia cristalizaba en sexo. Muchos de los soldados que vencían sometían a los vencidos en diferentes juegos sexuales a lo largo del campamento. Lyria se dio cuenta de que la mayoría de los soldados sometidos tenían su bandera.


La chica hizo acopio de su poder y lanzó algunas salvas de agua a diferentes soldados que entraban en el campamento. Ella podía acercarse y reclamar su precio; yacer con ellos, pero no tenía ningún interés. Las reglas dictaban que mientras estabas yaciendo con otro nadie podía atacarte y de hecho, luego podías volver a tu campamento sin represalias si tu ejército había sido vencido. Estas batallas eran totalmente absurdas.


La maga empezó a sembrar el pánico en las filas Goth, que no tenían la formación suficiente para lidiar con una hechicera. Lyria vio a una chica que aceptó ayer en su filas desnuda sobre una mesa, siendo follada por uno de los soldados Goth. La expresión de la chica era de vergüenza y asco pero no podía hacer nada por ella. Quién no aceptaba estas reglas estaba condenado en esta sociedad.


Pronto, sus sentidos la alertaron de unos hechizos tras ella. Se giró a tiempo de proyectar su escudo de agua, que repelió un poderoso misil de sombras lanzado por Leo Goth. 


-Maldita sea, Magia de Sombras-. Pensó Lyria. -Tenía que ser esa estúpida magia que siempre lo ocultaba todo. Así han podido acercarse al campamento, pero aún así... mis guardias deberían haberlos vistos-. Concluyó la duquesa.


Leo Goth era alto, de pelo negro y tez morena. Sus ojos eran oscuros, y su expresión algo siniestra. Llevaba una armadura ligera también negra, pero hecha de un extraño material que simulaba el acero. En su mejilla derecha había una extraña cicatriz en forma de rayo. 


-Estaba buscando a la hija mayor de los Mirith. Mira que bien, por fin te encuentro. Tú eres mía.


Sin previo aviso, unos fuertes látigos de sombras salieron del suelo y golpearon a Lyria en el rostro. La sorpresa de la chica fue mayúscula y no pudo convocar el escudo a tiempo, recibiendo un proyectil directo en el estómago que la derribó.


La mente de la chica era un caos. A pesar de su entrenamiento no era fácil para ella imaginarse en este contexto. Aún así, en una maniobra desesperaba intentó encerrar a Leo Goth en una cúpula de agua pero el chico, que vió sus intenciones, apresó sus manos con los látigos. Lyria se encontraba completamente indefensa. Entró en pánico.


-Yo, Leo Goth, te reclamo como parte de Las Batallas de la Centena. 


Y una fuerte patada impactó de nuevo en el estómago de la chica, que se dobló con un gesto de gran dolor.


-Has sido derrotada-. Dijo Leo mientras la agarraba de la túnica. La voluntad de Lyria para pelear estaba bajo mínimos.


Con un fuerte tirón, el chicó rompió la bonita túnica, dejándola tan sólo en camisola. 


-Date la vuelta y ponte a cuatro patas. Ahora voy a follarte como nunca.


Lyria no sabía muy bien qué hacer. Estaba paralizada y se sentía completamente impotente. Nada venía a su mente pero cuando miró a los ojos a su vencedor supo que tenía que darse la vuelta o las consecuencias serían peores. Nadie mataba en estas guerras, pero eso no estaba prohibido, sólo que la recompensa de follar era mucho mas atractiva.


La duquesa de Mirith se giró con lágrimas en los ojos y se puso a cuatro patas sobre la tierra. Detrás suya escuchó a Leo bajarse los pantalones y reírse.


-Este culo que tienes me va a entrener toda la noche.-Dijo el chico.


-Soy virg... 


Las palabras de la chica quedaron amortiguadas por un fuerte azote de Leo. El culo ardía a Lyria a rabiar. No se lo esperaba y la había pillado totalmente por sorpresa. El chico la cogió del pelo y acercó su cabeza a la suya.


-Me da igual que seas virgen, he venido aquí a follar.


Leo Goth cortó las bragas de Lyria con algún hechizo y se las guardó. Sin quitarle la camisola ni el sujetador y sin previo aviso, empezó a devorar el coño de la duquesa. Su lengua se metía sin ninguna consideración dentro de los labios vaginales de la hechicera, que tan sólo podía cerrar los ojos y esperar que todo terminase rápidamente. La lengua del chico se iba abriendo paso entre sus interiores lentamente. Su vagina se hacía poco a poco al ritmo que su lengua estaba imprimiendo sobre su sexo. Lejos de disfrutar, la chica comenzó a llorar. En su estúpida mente había pensado en la posibilidad de que si algún día era derrotada el sexo se produciría con respecto y de mutuo acuerdo, como decían que casi siempre ocurría. No podía estar mas ocupada.


Leo despegó su cara del coño de Lyria. A cuatro patas, como estaba, la chica ofrecía una vista espectacular. La cogió por el pelo y le mordió el cuello, subiendo lentamente hasta la oreja. Allí, le susurró lentamente.


-¿Estás preparada para el plato principal? Sólo estábamos con los entrantes.


Lyria negó con la cabeza y se lamentó de estar ahí. Leo agarró las caderas de la chica y con una fuerte embestida sin ningún tipo de consideración la penetró hasta el fondo. Lyria gritó de dolor. Se fijó en que algunos de sus soldados la miraban boquiabiertos. Otros habían sido derrotados y, tanto chicas como chicos, pagaban el precio tal y como lo estaba haciendo ella. 


Las embestidas de Leo eran salvajes. El chico las alternaba con algunos azotes que dolían más a Lyria por humillantes que por fuertes. La duquesa deseó que todo terminase pronto. Las reglas estipulaban que el coito no podía ser mayor a dos horas. Pasado ese tiempo, los combatientes no podían volver a enfrentarse y tener sexo entre ellos en al menos una semana. 


Leo disfrutaba de cada penetración. Su polla se abría paso en los labios vaginales de la chica rubia sin ningún tipo de dificultad. Estaba en éxtasis. Había nacido para esto. Llevaba peleando y ganando batallas desde joven, y sabía que el momento de su plenitud sería en Las Batallas de la Centena. Cogió a Lyria por ambos brazos e intensificó sus embestidas. La chica había empezado a gemir de forma inconsciente, y eso le puso aún más. Deseaba haber completado ese ritual de sangre que tanto había querido pero todavía estaba estudiándolo, cuando terminase... esto sería aún más divertido. Regodeándose en ese sentimiento, se dio cuenta de que iba a correrse pronto.


-Perra, prepárate para que te llene entero tu coño.


-No, por favor, no-. Lyria imploró. Incluso en las batallas había una especie de código de honor. Procurabas no correrte dentro de la chica para evitar problemas innecesarios. Que se te corriesen dentro de la boca y del coño eran una humillación, que se te corriesen dentro del culo era la mayor de las humillaciones. Eran cosas que siempre se recordaban.


Para Leo, esto era un aliciente. Riéndose como un depravado agarró las caderas de Lyria y lanzó una última embestida que aprovechó para correrse dentro de la chica. Lyria notó como el semen de Leo llenaba toda su vagina y se lamentó y maldijo por todo lo alto. El chico soltó a Lyria, que cayó cansada al suelo bocabajo. Dentro de ella sentía el fluir de ese líquido espeso y estaba totalmente traumatizada. Se giró intentando levantarse para irse lo antes posible pero Leo la detuvo.


-¿A dónde crees que vas?


La polla de Leo seguía erecta. Era la primera vez que Lyria la miraba. Era bastante grande y se preguntó como había podido caber todo eso dentro de ella. Leo la acercó a su cara. Lyria lloró un poco más.


-Esto no ha hecho más que empezar, putita.


Aproximadamente 2 horas mas tarde...


Lyria se encontraba tumbada en el suelo de su campamento con los ojos vacíos de todo color. Tenía semen por todos lados y su boca y su vagina habían sido folladas innumerables veces. Su coño aún rebosaba semen y se sentía muy pegajosa. La chica no tenía fuerzas ni quería levantarse. Cerró los ojos y deseó que ese día nunca hubiese ocurrido. Aún podía escuchar la risa de Leo y el sabor de su polla inundaba su boca.


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